Sol Cultural

Quiero -queremos todos- estrechar tus manos viejo amigo, tus suaves manos blancas, buenas.

1920. Santander. Desde el comienzo poeta, poeta. También pintor, ambas cosas y amigo de los pájaros, de la brisa de la bahía, de sus grúas y las olas, desde el principio gorrión de nuestras calles.

Una larga, honrada historia de entrega, observación interior y exterior, comprometido, bajo tus primeros hábitos religiosos latía un corazón de suave luz roja, bien tú lo sabes, cartero de las luchas por la libertad en los tiempos oscuros. Pajarillo de tantos libros de maravillosos poemas transparentes, de tantas exposiciones de bellas pinturas de vanguardia que laten y nos miran.

Gracias por esta historia tuya, Julio Maruri, no olvidamos tu vieja ética, la clara sabiduría de vivir entre las calles y las cosas, mezclado con el aire siempre te veremos, como en tu penúltimo poema


Y otras ciudades
Han de saberte siempre.

Tú, parte de su historia.
Una tarde de lluvia, tú pasando.
Tu voz prendida de las hojas.
Huella de ti, la calle.

Un jardín rezará palabras tuyas.
Y alguien dirá: – Qué rumoroso viento.

Miguel González

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